Seguramente Leonardo sea uno de los personajes de la historia, de quien más podríamos aprender en términos de creatividad y sus métodos para cultivarla.
Leonardo es tal vez el genio más destacado de la historia: pintor, ingeniero, escultor, investigador, científico e inventor de máquinas que abrieron camino a soluciones inesperadas para la época, e inspiradoras de otras construidas en la modernidad. Siendo un gran matemático, fue quien pintó los cuadros más famosos: la Mona Lisa y La Última cena; dibujó al Hombre de Vitruvio (que muestra las proporciones ideales del cuerpo humano), y realizo los primeros esbozos y por lo tanto se le acreditan la invención del paracaídas y del helicóptero.
Minucioso y curioso al extremo, para pintar correctamente un caballo, no se conformaba con hacerlo, sino que habría que abrirlo por dentro para conocer el más pequeño detalle de sus músculos. Y aún sin dibujarlos, se interesaba en ver como estaba formado el pico y frente de un pájaro carpintero o de un ostión.
Su creatividad, como la de otros grandes innovadores, venia de colocarse en la intersección entre las humanidades y la tecnología. Pelaba la carne de las caras de cadáveres, dibujaba los músculos que mueven los labios, y luego pintó la sonrisa más famosa de la historia. Exploró las matemáticas de la óptica, mostro como los rayos de luz penetraban la córnea y produjo ilusiones en el cambio de perspectivas en su “Última cena”.
Hay cientos de dibujos y bocetos de partes de cuerpos de hombres, animales y plantas, que además de obras de arte, son referencia de anatomía y biología. Y en cada uno de ellos, buscaba además relaciones matemáticas que los unieran. Sus cuadernos los guardaba con recelo y cautela y son fácilmente identificables, pues llevaba un claro registro de sus notas.
Este año se cumplen 500 años de la muerte de Leonardo y se presentan diversas exposiciones en París, Londres, Florencia y Madrid para conmemorar este evento. En la Biblioteca Nacional de Madrid se presentan los Codex Madrid 1 y 11 donde Da Vinci escribió sobre algunos de los temas que dominó de ingeniería mecánica e hidráulica, gracias a lo especifico, gráfico y minucioso de sus dibujos en estos códices, se pudieron reconstruir algunas de estas máquinas y hay un gran espacio donde se pueden observar.
Uno de los principios más importantes del más grande hombre del Renacimiento era la connesione, que quiere decir “conexión”. Leonardo creía que reconocer y apreciar lainterconexión “entre todas las cosas y fenómenos” es esencial para entender el mundo y crear dentro de él.
El aplicaba esta teoría no solo a sus grande ideas – como enlazar números y patrones con el arte y la naturaleza – sino de manera individual: creía que el cerebro y el cuerpo deberían ser vistos como una sola unidad para nutrirse, y por lo tanto ninguno podía avanzar sin la salud del otro.
Además del ingeniero, matemático, dibujante y pintor, Leonardo era un gran atleta. Las obras creativas y tecnológicas de Leonardo nacieron con la misma disciplina requerida para la actividad física. El principio, que Leonardo llamaba corporalita, destaca la importancia de balancear el cuerpo y la mente, y la cultivación simultanea de ambas.
Y como gran genio, tenía una gran personalidad. Era común verlo caminando ufano por las calles de Florencia o Milán, con grandes capas rosas, lilas y moradas o una combinación de ellas. Aún cuando la “moda” de ese entonces no utilizaba esos colores. De igual manera generalmente de sombreros amplios y por demás llamativos. Se hacía ver y notar.
Muchas veces va de la mano de la creatividad la tenacidad, que a veces puede rayar en obstinación. Trabajó más de 12 años en la escultura ecuestre del padre de su mecenas Ludovico Sforza. Una pieza de más de 7 metros de altura que hubiera exigido verter 100 mil kilos de metal fundido en un molde, con la rapidez suficiente para que el enfriamiento fuera uniforme. Para lograrlo inventó un sistemas de hornos múltiples que jamás llegó a utilizar, ya que una amenaza de guerra hizo que todo el metal fuera destinado a la fabricación de cañones. A pesar de su gran frustración, ese proyecto lo mantuvo vivo toda su vida.
El genio de Leonardo estaba basado en habilidades que todos podemos mejorar, como una curiosidad apasionada, observación meticulosa y una imaginación tan juguetona que podría rayar en fantasía.
Su vida debería recordarnos la importancia de inculcar, tanto en nosotros como en nuestras generaciones posteriores, no solo a recibir conocimientos, sino al deseo de cuestionarlos, a ser imaginativos y como los talentosos desadaptados y rebeldes de cualquier era, a pensar diferente.
Con información de Castelo, Gosling e Isaacson.
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